En este punto tenemos que darnos cuenta que tal vez hemos venido matando al enemigo equivocado. Y es que tenemos que darnos cuenta que matando bacterias, controlando el colesterol o a través de fármacos no estamos mejorando el estado de salud de los pacientes.
Para una solución más concreta debemos tener una visión más amplia en el tratamiento de nuestros pacientes; su estado de envejecimiento y las circunstancias de su vida.
La medicina moderna se encarga de buscar estudios para demostrar la efectividad del fármaco, pero muchas veces, 5, 10 o 20 años después, el fármaco termina siendo retirado del mercado ya que los resultados o no alcanzaron los resultados prometidos o simplemente los efectos secundarios fueron peores que los beneficios.